Ella Cantaba

Words by Carmen Vidal | Art by Roselynn Hernandez

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La historia de mi madre es la de una niña cuya voz resonaba en los campos cuando su padre le pedía que cantara una canción mientras recogían la siembra. Una voz chiquita que lograba llenar de alegría a los jornaleros que con entusiasmo pedían “otra, otra”, y ella cantaba.

La historia de mi madre es la de una jovencita que cantaba en las fiestas, para animar a la gente que con alegría le pedían “otra, otra”, y ella cantaba. Una voz ya madura para alguien de su joven edad, una voz que logró llamar la atención de aquellos que le invitaron a estudiar en Bellas Artes, cosa la cual no pudo lograr, y solo se quedó con un “ahí pa’ la otra, ahi pa’ la otra”.

La historia de mi madre es la de una mujer que con su voz angelical dormía a sus nenes con un “a la ru ru nene, a la ru ru ya, duérmase mi niñ@ duérmase me ya”. En mis noches de insomnio aún recuerdo como ella cantaba.

La historia de mi madre es la de una mujer que cantaba con alegría en las mañanas; “Alabaré, alabaré. Alabaré, alabaré. Alaaaaaabaré a mi señor”. En vez de rezos, ella cantaba, y con su canto despertaba a todos en la casa. 

La historia de mi madre es la de aquella mujer que cuando su hermano yacía en su lecho de muerte le pidió que le cantara, pues él quería escuchar a los ángeles antes de morir, creyendo que él no iría al cielo. Mientras él tomaba sus últimos suspiros él le pedía. “Otra otra”. Con la voz quebrantada, ella cantaba. 

Mi madre aprendió que cantando su voz sería escuchada. Que cantando no tenía que elaborar sus sentimientos, ya que las notas lo harían por ella. Mi madre aprendió que cantando su voz lograría trascender más allá de ella misma. Por eso, en cualquier oportunidad. Mi madre canta.

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